jueves, 27 de noviembre de 2008

Eduardo Celdran Oteo (Ruta Pinares de Urbión 2008









RUTA PINARES DE URBION
ENERO 2008



El viernes por la noche la cita era en el hotel La reserva de San Leonardo Yagüe, y la cena en el restaurante El Hachero, donde siempre cenamos bien, pero siempre falta espacio. Tras la cena y con la llegada de los últimos participantes, se comenzó con el reparto de rutometros y con la carga de GPS para no perder tanto tiempo por la mañana. La operación y la tertulia se prolongo hasta altas horas de la madrugada.

El sábado por la mañana, una vez recuperados del sueño y tras el desayuno, Eduardo dio el breafing en la escalera del hotel, donde explico los pormenores de la ruta y los puntos de parada para las visitas, así como el punto de comida.
Nos pusimos en marcha, nada mas tomas el primer camino, nos dimos cuenta que el barro acompañaría todo la ruta. Entre pinos y por un camino estrecho junto a un arroyo circulábamos, despertando algún animal como un corzo que salió a nuestro encuentro.
El camino nos llevo hasta la carretera que nos levaba al mismísimo mirador del Cañón del río Lobos, pero la niebla nos impedía ver su grandeza desde lo alto, por lo que descendimos hasta el aparcamiento, donde iniciaríamos la primera “caminata” del día, hasta la ermita y la cueva del Cañón. Ya de vuelta a los coches, y ante la cantidad de niños asistentes a la ruta, decidimos realizar una parada en el centro de interpretación, donde existen cantidad de animales disecados y una explicación de la formación, vegetación, fauna del cañón.

Una parada sin un “piscolabis” no es parada, con lo cual algunos de los participantes aprovecharon la parada para “engañar” el estomago.

Ya en ruta una serie de pistas nos llevaron hasta el pueblo abandonado de cubilla, y a continuación entre pinares hasta Muriel de la fuente, pero una nueva pista, nos facilito aun más el camino, perdiendo un poco el sabor de los caminos antiguos...
En Muriel teníamos prevista la segunda parada y visita, esta vez a la laguna de la Fuentona, una extraña formación a un por explorar en su interior, debido al complicado sifón que forma en su interior.

La comida la celebramos en una zona recreativa, junto a la ermita de Muriel, el sol pro fin empezó a lucir, haciendo más agradable la parada. Verónica, reparito callos a diestro y siniestro, por supuesto estaban riquísimos, muchas gracias Vero. Enrique por su parte nos deleito con un café y un surtido de orujos, remato la comida...

De nuevo en ruta, la trialera del día nos esperaba, se trataba de una subida entre paredes de piedra, por un antiguo camino carretero. Todos la superaron sin problemas, excepto el debutante Adolfo, que prefirió no someter su Porsche Cayenne a las piedras, ya que su calzado no era apropiado para estas lides. Una vez superada la dificultada, nos encaminamos hacia Calatañazor, pueblos famoso por el dicho “donde Almanzor, perdió su tambor” y con un sabor muy agradable, y tiendas de venta de productos artesanales, que casi todos visitaron. Al no haber ningún bar abierto para tomar café, decidimos continuar por el nuevo tramo marcado, novedad este año, entre Calatañazor y Cabrejas del Pinar, atravesando un hermoso bosque de sabinas.

Un grupo, encabezado por Carlos y Enrique, equivocaron la pista, teniendo que tirar de su sapiencia con la navegación y el GPS, para recuperar la buena pista, eso sí, con una buena propina de kilómetros.
Una vez en Cabrejas y casi anocheciendo, nos internamos en los pinares de Navaleno, por las pistas semi-asfaltadas, que nos conducirían hasta la estación de Pinar Grande, lugar escenario de la película de Doctor Zivago, y que los participantes visitaron con gran interés.
Solo unos kilómetros de nocturna, nos separaban de Navaleno, lugar final de la primera etapa.

La cena esta vez en el hotel, por la cantidad de personas que éramos (41 adultos y 17 niños, en 22 coches) hacían imposible cenar fuera, en el pueblo...

La segunda jornada nos llevara en dirección norte, a través de las pistas, en buen estado, hasta el caserío de Amogable, base central de los forestales de la zona, con aeropuerto.
Seguimos camino hasta un peculiar refugio, que cualquiera de nosotros nos gustaría tener, en medio de este frondoso pinar, para poder pasar los fines de semana en la montaña. Nuestro camino sube hasta la ermita de Molinos de Duero y baja hasta llegar al pueblo, donde a través de la plaza accedemos a un vía crucis de piedra, que nos guía hasta la vecina Salduero.
Salduero nos recibió con un bonito vadeo del río Duero, que todos superaron sin dificultades.

Aquí comenzaba nuestra ascensión al pico Urbion, a través de pistas en buen estado, que alcanzan los 1700Mts con facilidad, hasta una tortea de vigilancia y el colindante caserío de Bocalprado. A partir de aquí la nieve hacia acto de presencia, pero todos los vehículos avanzaban con facilidad, pese a que el hielo iba aumentando en la rodera. Una vez en el cruce del Urbion, (ahora prohibido el acceso a los vehículos, suponemos por que es utilizada la pista para hacer ski de fondo, no queremos pensar en no poder volver a subir en coche) la pista se complicaba. El hielo se apodero del camino en las zonas sombrías y el Porsche Cayenne de Adolfo patinaba constantemente, pero no llegaba a pararse, hasta que junto a un puente, un pequeño repecho en curva, puso fin a las aspiraciones de este autentico todoterreno, pero con ruedas de autopista.
Comenzamos una maniobra para hacer avanzar al Porsche, que consistió en adelantarlo con el Jeep de Jesús, para remolcarle con una eslinga, pero no funciono, el Jeep patinaba y no era capaz de llevarse al Porsche. A continuación probamos con una cadenas prestadas, que José Manuel nos ofreció de su Parthfinder, pero al no ser la medida se soltaban al iniciar la marcha y empezar a patinar.
Finalmente, Jesús, dio media vuelta, para remolcar mediante wich al Cayenne, pero al estar en curva tuvimos que utilizar la polea de reenvío, y winchear en varias tandas, hasta que el Cayenne estuvo a arriba. Hora y media nos llevo esta operación, tiempo que aprovecho el primer grupo para visitar la laguna negra, y comprobar como las carreteras heladas, son peligrosas hasta para nuestros todoterrenos.
Una serie de turismos, se atravesaron en la carretera, teniendo que ser socorridos por el primer grupo. Mientras el segundo grupo salía de la pista nevada y comenzaba el descenso hasta Santa Inés, caserío, mediante el cual se accede a la carretera, que une Vinuesa con La Rioja.
Dos kilómetros de descenso y la tomábamos la pista que después de superar dos vadeos trialeros, nos dejaba en El Quintanarejo, lugar de la comida y final de la ruta. El restaurante Balcón de Brezal, nos recibió con unas migas, revuelto de boletus y gulas, y finalmente sus estupendos chuletones a la brasa, un fin de fiesta perfecto, para un fin de semana lleno de emociones.

El próximo año esperamos poder seguir contando con los permisos necesarios y que la nieve nos acompañe de nuevo. Hasta la próxima...

Texto y Fotos: Eduardo Celdran

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